miércoles, 21 de marzo de 2018

El caballo de Turín


El caballo de Turín (A Torinói ló, 2011) de Béla Tarr.


"Todo ha sido degradado, pero puedo decir que ellos han arruinado y degradado todo. Porque esto no es algún tipo de cataclismo, que cae sobre los humanos. Por el contrario se trata del propio juicio del hombre, su propio juicio en sí mismo, con, por supuesto, la ayuda de Dios, o me atrevo a decir: con Dios formando parte..."




El 3 de enero de 1889, el filósofo alemán, Fredrich Nietzsche, se desploma al ver la crueldad de un cochero maltratando a su caballo, después de aquel episodio Nietzsche cae en la demencia hasta su muerte, once años más tarde. Sabemos que pasó con el filósofo pero nadie se pregunta por el caballo. En ese contexto, se narra el día a día del viejo cochero (János Derzsi) y su hija (Erika Bók), quienes tratan de sobrevivir a lo que parece ser la antesala del fin de los tiempos.

Béla Tarr se despide del cine como solo un selecto grupo de cineastas lo han hecho, con la que quizá sea bajo el punto de vista de quien suscribe estas palabras la mejor película de lo que va el siglo XXI.

Bajo una premisa relativamente sencilla el autor húngaro nos da cátedra de que el cine es más que una simple historia. Es que a nadie se le hubiera pasado por la cabeza que la rutinaria vida de dos individuos que viven en la campiña podría evidenciar lo dolorosa que es la vida de una forma tan áspera y cruda.




El director de Armonías de Werckmeister, al igual que autores como Tarkovsky o Angelopoulos, utiliza largas tomas, las cuales se desplazan sin prisa alguna por los personajes. Por aquello no es de extrañar que en 146 minutos de metraje sólo hayan 30 planos.

No es ningún azar que el filme esté estructurado en el transcurso de seis días. Según el catolicismo, Dios creó el mundo en dicho número de días, convirtió la oscuridad en luz y vida; Béla Tarr destruye el mundo en la misma cantidad de días que Dios se demoró en crearlo. Nos muestra el inexorable tránsito de la luz a las sombras; cómo la llama de la vida se va extinguiendo lentamente sin que seamos capaces de hacer algo para remediarlo.


Personalmente, El caballo de Turín no es una película  que recomendaría a todos tanto por su forma (puede resultar extremadamente aburrida para algunos) y contenido. Si alguien quiere ver esta maravilla sugeriría ver, previamente, otra película del director.



Director: Béla Tarr, Ágnes Hranitzky
País: Hungría
Guion: Béla Tarr, László Krasznahorkai
Música: Mihály Víg
Fotografía: Fred Kelemen
Protagonistas: Erika Bók, János Derzsi, Mihály Kormos

Trailer:





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